#Opinión | Abstracción Política
Texto: Yahir Flores Hdez.
El Descoyunte del Clero; Dr. Jekyll & Mr. Hyde
“La aversión del siglo XIX por el realismo es la rabia de Calibán al ver su propia faz en el espejo”
Oscar Wilde
Durante mi etéreo período universitario en la poderosísima “Facom”, he convivido de cerca con “los marketineros”, como les digo de cariño, inclusive hasta mi hermana es mercadóloga. O sea que tengo cierta noción en cuanto a fundamentos básicos del Marketing, e incluso me atrevería a sostener que converge íntimamente con el periodismo. La coyuntura actual, donde luego de rendir tributo al Marqués de Sade en “Los 120 Días de Sodoma”, pero en un “Motelito” de Cuernavaca, el Obispo Salvador Rangel Mendoza exhibió entre cocaína y viagra su apócrifo celibato, y consecuentemente arruinó la valiosa narrativa de “Gobierno Fallido” que sus secuaces del Episcopado Mexicano, bajo un criterio “Divino” y para sacar raja contra la 4T, politizaron inmediatamente a su desaparición la semana pasada, otorga una clarividencia fuera de sesgos y teología, respecto a cómo el discurso histórico de la Iglesia Católica para justificar sus deslices y atrocidades, contiene el genoma de la Mercadotecnia. Sin disimular mi entusiasmo, en las siguientes líneas procederé a meter el dedo en la llaga de la Cristiandad, para escrudiñar sin recato acerca de su perversa “Storyline”.
El Vaticano prostituye la filosofía del nazareno desde que lo crucificó, y lleva dos mil años haciendo marketing para que esto pase inadvertido; su símbolo es la virtud, alegoría del propio Jesucristo que, en efecto, era un virtuoso. El logo viene a ser la Cruz, el posicionamiento de marca se ejecuta por medio de embajadores; obispos, sacerdotes y demás rangos de la esfera clerical. La segmentación de mercado aparece en las narrativas específicas para evangelizar a cada público determinado, como en la Conquista; nos adoctrinaron mediante la figura de una Virgen morena, inspirada en Coatlicue, “Diosa de la fertilidad” del pueblo Mexica. Las sagradas escrituras cercenadas a conveniencia, “La Biblia” pues, configura el Storytelling. En cuanto a la fidelización del cliente, la Iglesia Católica ofrece sacramentos como el bautismo, la confirmación, el matrimonio y la absolución, es decir, todo el tiempo está fidelizando a su público, la confesión es un Focus Group maquiavélico, y finalmente, su Slogan es aquella promesa de la vida eterna para los “virtuosos”, así como la amenaza del Infierno para los herejes libertinos.
Ahora bien, el Clero “Marketinero” no intervenía en la política de México desde agosto de 1926, en la Cristiada posterior a la Revolución. Por lo tanto, el embate tan burdo que ejecuta actualmente la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en contra de AMLO, que trasgrede el artículo 130° de la Constitución y exhibe la postura antisemita del Catolicismo mexicano respecto a los orígenes de Sheimbaun, debe leerse entre líneas; “Los católicos tenemos claro que no podemos apoyar proyectos políticos que amenazan el derecho a la vida de los seres humanos, desde su concepción hasta la muerte natural, que alteran esencialmente la percepción del matrimonio, desprotegiendo la viabilidad de la familia”, atestó para persuadir feligreses el arzobispo de León Gto., Alfonso Cortes, a quien yo le preguntaría: ¿Los encuentros sexuales “Antinaturales” de su colega no perturban acaso la percepción del matrimonio y la viabilidad de la familia? ¿Alguien que inhala cocaína y recurre al viagra simultáneamente para alcanzar un orgasmo en su vejez predica el actuar del Nazareno en vida? La lucha del Clero en esta elección, no es por preservar los valores tradicionales y el derecho a la vida, esa institución religiosa solo pretende mantener el poder, privilegio, influencia y riqueza que fraguó vendiéndose como un modelo virtuoso e impoluto, al grado de tener la facultad para conceder el perdón y absolver de todo pecado a sus creyentes.
La fornicación mal disimulada del Monseñor Rangel indudablemente resquebrajó esa autoridad moral con la que la Iglesia Católica estigmatiza y condena a todo mundo. Ahí yace el paralelismo planteado en el título de esta columna respecto al descoyunte del Clero y la novela de Robert Louis Stevenson “El curioso caso del Dr. Jekyll & Mr. Hyde”. Sintetizare el argumento del libro; el Dr. Henry Jekyll es un reconocido médico ya entrado en años de la sociedad londinense con una vida intachable, que se envuelve en una relación muy íntima con un ser nefasto y vil que es Edward Hyde. En el clímax del libro se descubre que Hyde es un alter ego de Jekyll, quien a través de una pócima creada por él mismo, podía transmutar físicamente hasta parecer otra persona, es decir, cuando ingería este brebaje metamorfoseaba en la figura de Hyde, que es la representación del sadismo, la maldad, y en general, todo lo negativo de la personalidad que constituye al Dr. Henry Jekyll. Aquí Stevenson hace una disección desde la medula, sobre la doble moral de la sociedad victoriana, que en la vida pública se mostraba excelsa y pulcra, pero en la intimidad desataba toda su lujuria contenida, la cual mantenía velada por una suerte de mascara que cubría todo lo abominable con cinismo. Esta novela puede abstraerse desde una infinidad de niveles de lectura, pero me quedo con una opinión de Navokov, autor de “Lolita”, quien se refirió a esta obra de Stevenson como simple y llanamente un relato de horror, que se sostiene en los terrores más profundos del ser humano.
Buena parte de esta postura mojigata condenada por Stevenson, ha sido perpetuada en la actualidad mediante los dogmas impuestos por el Clero, que se disparó en el pie al ser tan púdico, si no pregúntenle a Monseñor Rangel. Se muestra mucho más reconfortante la percepción respecto a la sexualidad del Dios que proponía Spinoza: “Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.”
La Iglesia Católica enfrenta una crisis de sostenibilidad discursiva que Juan Rulfo auguró en su novela “Pedro Paramo”, donde el autor ilustra tal escenario de forma idílica; Cómala, sitio donde tiene lugar esta obra, es una sucursal del purgatorio, debido a que el cura del pueblo, un mentado padre Rentería, estaba al servicio de don Pedro Paramo, cacique y padre de todos en Cómala. Situación que Rulfo expone sin escrúpulos a través del sermón que un cura de Contla le recita al padre Rentería, luego negarle la absolución por permitir que su pueblo este sumido en la barbarie; “Ese hombre de quien no quieres mencionar su nombre, ha despedazado tu Iglesia y tú se lo has consentido, quiero convencerme de que eres bueno, pero no basta ser bueno, el pecado no es bueno, y para acabar con él, hay que ser duro y despiadado, quiero creer que en Cómala todos siguen siendo creyentes, pero no eres tu quien mantiene su fe, lo hacen por superstición y por miedo. Se lo difícil que es nuestra tarea en estos pobres pueblos donde nos tienen relegados, pero eso mismo me da derecho a decirte que no hay que entregar nuestro servicio a unos cuantos que te darán un poco a cambio de tu alma, mis manos no son lo suficiente limpias para darte a ti la absolución, tendrás que buscarla en otro lugar, ¡No puedes seguir consagrando a los demás si tú mismo estas en pecado!”. Entonces, cualquier absolución, bautismo u extremaunción otorgada por este sacerdote, no poseían validez ante Dios, no importaba ser virtuoso, en Cómala todos ya estaban condenados a nunca alcanzar el Cielo, era un pueblo de pecadores incapaces de redimirse aún pagando penitencia, y todo por culpa del “descoyunte del clero”. Monseñor Rangel de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, al ser incongruente con lo que tanto profesa, es igual que el padre Rentería de Cómala, un cura de esos que con su bendición no salva; por el contrario, más bien condena. A su vez, el padre Rentería junto a don Pedro Páramo, son un símbolo del nexo tan perspicaz entre la Iglesia y el Estado Mexicano durante la “Dictadura perfecta” del PRI en el siglo XX.
Considérenme un hereje excomulgado, pero todo lo anterior solo reafirma la postura que he tenido desde hace años respecto a la Cristiandad; que ya deberíamos hacer con esta cosmogonía, lo mismo que en su momento, hicimos con los Griegos, ¡Los Griegos!; considerarla simple mitología, porque la otra opción es continuar presenciando hasta la posteridad, como se reproduce una y otra vez el curioso caso del Dr. Jekyll & Mr. Hyde… remato con otro esbozo del Dios de Spinoza:
“Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora, y lo único que necesitas.
Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.
Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.
No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir…”
Cartón: Monero Jerge
Durante mi etéreo período universitario en la poderosísima “Facom”, he convivido de cerca con “los marketineros”, como les digo de cariño, inclusive hasta mi hermana es mercadóloga. O sea que tengo cierta noción en cuanto a fundamentos básicos del Marketing, e incluso me atrevería a sostener que converge íntimamente con el periodismo. La coyuntura actual, donde luego de rendir tributo al Marqués de Sade en “Los 120 Días de Sodoma”, pero en un “Motelito” de Cuernavaca, el Obispo Salvador Rangel Mendoza exhibió entre cocaína y viagra su apócrifo celibato, y consecuentemente arruinó la valiosa narrativa de “Gobierno Fallido” que sus secuaces del Episcopado Mexicano, bajo un criterio “Divino” y para sacar raja contra la 4T, politizaron inmediatamente a su desaparición la semana pasada, otorga una clarividencia fuera de sesgos y teología, respecto a cómo el discurso histórico de la Iglesia Católica para justificar sus deslices y atrocidades, contiene el genoma de la Mercadotecnia. Sin disimular mi entusiasmo, en las siguientes líneas procederé a meter el dedo en la llaga de la Cristiandad, para escrudiñar sin recato acerca de su perversa “Storyline”.
El Vaticano prostituye la filosofía del nazareno desde que lo crucificó, y lleva dos mil años haciendo marketing para que esto pase inadvertido; su símbolo es la virtud, alegoría del propio Jesucristo que, en efecto, era un virtuoso. El logo viene a ser la Cruz, el posicionamiento de marca se ejecuta por medio de embajadores; obispos, sacerdotes y demás rangos de la esfera clerical. La segmentación de mercado aparece en las narrativas específicas para evangelizar a cada público determinado, como en la Conquista; nos adoctrinaron mediante la figura de una Virgen morena, inspirada en Coatlicue, “Diosa de la fertilidad” del pueblo Mexica. Las sagradas escrituras cercenadas a conveniencia, “La Biblia” pues, configura el Storytelling. En cuanto a la fidelización del cliente, la Iglesia Católica ofrece sacramentos como el bautismo, la confirmación, el matrimonio y la absolución, es decir, todo el tiempo está fidelizando a su público, la confesión es un Focus Group maquiavélico, y finalmente, su Slogan es aquella promesa de la vida eterna para los “virtuosos”, así como la amenaza del Infierno para los herejes libertinos.
Ahora bien, el Clero “Marketinero” no intervenía en la política de México desde agosto de 1926, en la Cristiada posterior a la Revolución. Por lo tanto, el embate tan burdo que ejecuta actualmente la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en contra de AMLO, que trasgrede el artículo 130° de la Constitución y exhibe la postura antisemita del Catolicismo mexicano respecto a los orígenes de Sheimbaun, debe leerse entre líneas; “Los católicos tenemos claro que no podemos apoyar proyectos políticos que amenazan el derecho a la vida de los seres humanos, desde su concepción hasta la muerte natural, que alteran esencialmente la percepción del matrimonio, desprotegiendo la viabilidad de la familia”, atestó para persuadir feligreses el arzobispo de León Gto., Alfonso Cortes, a quien yo le preguntaría: ¿Los encuentros sexuales “Antinaturales” de su colega no perturban acaso la percepción del matrimonio y la viabilidad de la familia? ¿Alguien que inhala cocaína y recurre al viagra simultáneamente para alcanzar un orgasmo en su vejez predica el actuar del Nazareno en vida? La lucha del Clero en esta elección, no es por preservar los valores tradicionales y el derecho a la vida, esa institución religiosa solo pretende mantener el poder, privilegio, influencia y riqueza que fraguó vendiéndose como un modelo virtuoso e impoluto, al grado de tener la facultad para conceder el perdón y absolver de todo pecado a sus creyentes.
La fornicación mal disimulada del Monseñor Rangel indudablemente resquebrajó esa autoridad moral con la que la Iglesia Católica estigmatiza y condena a todo mundo. Ahí yace el paralelismo planteado en el título de esta columna respecto al descoyunte del Clero y la novela de Robert Louis Stevenson “El curioso caso del Dr. Jekyll & Mr. Hyde”. Sintetizare el argumento del libro; el Dr. Henry Jekyll es un reconocido médico ya entrado en años de la sociedad londinense con una vida intachable, que se envuelve en una relación muy íntima con un ser nefasto y vil que es Edward Hyde. En el clímax del libro se descubre que Hyde es un alter ego de Jekyll, quien a través de una pócima creada por él mismo, podía transmutar físicamente hasta parecer otra persona, es decir, cuando ingería este brebaje metamorfoseaba en la figura de Hyde, que es la representación del sadismo, la maldad, y en general, todo lo negativo de la personalidad que constituye al Dr. Henry Jekyll. Aquí Stevenson hace una disección desde la medula, sobre la doble moral de la sociedad victoriana, que en la vida pública se mostraba excelsa y pulcra, pero en la intimidad desataba toda su lujuria contenida, la cual mantenía velada por una suerte de mascara que cubría todo lo abominable con cinismo. Esta novela puede abstraerse desde una infinidad de niveles de lectura, pero me quedo con una opinión de Navokov, autor de “Lolita”, quien se refirió a esta obra de Stevenson como simple y llanamente un relato de horror, que se sostiene en los terrores más profundos del ser humano.
Buena parte de esta postura mojigata condenada por Stevenson, ha sido perpetuada en la actualidad mediante los dogmas impuestos por el Clero, que se disparó en el pie al ser tan púdico, si no pregúntenle a Monseñor Rangel. Se muestra mucho más reconfortante la percepción respecto a la sexualidad del Dios que proponía Spinoza: “Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.”
La Iglesia Católica enfrenta una crisis de sostenibilidad discursiva que Juan Rulfo auguró en su novela “Pedro Paramo”, donde el autor ilustra tal escenario de forma idílica; Cómala, sitio donde tiene lugar esta obra, es una sucursal del purgatorio, debido a que el cura del pueblo, un mentado padre Rentería, estaba al servicio de don Pedro Paramo, cacique y padre de todos en Cómala. Situación que Rulfo expone sin escrúpulos a través del sermón que un cura de Contla le recita al padre Rentería, luego negarle la absolución por permitir que su pueblo este sumido en la barbarie; “Ese hombre de quien no quieres mencionar su nombre, ha despedazado tu Iglesia y tú se lo has consentido, quiero convencerme de que eres bueno, pero no basta ser bueno, el pecado no es bueno, y para acabar con él, hay que ser duro y despiadado, quiero creer que en Cómala todos siguen siendo creyentes, pero no eres tu quien mantiene su fe, lo hacen por superstición y por miedo. Se lo difícil que es nuestra tarea en estos pobres pueblos donde nos tienen relegados, pero eso mismo me da derecho a decirte que no hay que entregar nuestro servicio a unos cuantos que te darán un poco a cambio de tu alma, mis manos no son lo suficiente limpias para darte a ti la absolución, tendrás que buscarla en otro lugar, ¡No puedes seguir consagrando a los demás si tú mismo estas en pecado!”. Entonces, cualquier absolución, bautismo u extremaunción otorgada por este sacerdote, no poseían validez ante Dios, no importaba ser virtuoso, en Cómala todos ya estaban condenados a nunca alcanzar el Cielo, era un pueblo de pecadores incapaces de redimirse aún pagando penitencia, y todo por culpa del “descoyunte del clero”. Monseñor Rangel de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, al ser incongruente con lo que tanto profesa, es igual que el padre Rentería de Cómala, un cura de esos que con su bendición no salva; por el contrario, más bien condena. A su vez, el padre Rentería junto a don Pedro Páramo, son un símbolo del nexo tan perspicaz entre la Iglesia y el Estado Mexicano durante la “Dictadura perfecta” del PRI en el siglo XX.
Considérenme un hereje excomulgado, pero todo lo anterior solo reafirma la postura que he tenido desde hace años respecto a la Cristiandad; que ya deberíamos hacer con esta cosmogonía, lo mismo que en su momento, hicimos con los Griegos, ¡Los Griegos!; considerarla simple mitología, porque la otra opción es continuar presenciando hasta la posteridad, como se reproduce una y otra vez el curioso caso del Dr. Jekyll & Mr. Hyde… remato con otro esbozo del Dios de Spinoza:
“Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora, y lo único que necesitas.
Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.
Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.
No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir…”
Cartón: Monero Jerge