Políticamente Incorrecto: Benita Galeana
Por Roberto Camps
Para vencer a la adversidad, se necesitan un espíritu y voluntad inquebrantables.
Ayer se reconoció en Guerrero la vida y obra de una mujer excepcional: Benita Galeana Lacunza al entregarse la presea Sentimientos de la Nación, posmortem, por primera vez a una mujer guerrerense.
El otorgamiento de esta presea por parte de la legislatura, es un justo reconocimiento a una mujer que superó las barreras que enfrentaron las mujeres de su tiempo: discriminación y condena a vivir a la sombra del hombre.
Cuando uno conoce los detalles de la vida de Benita Galeana, no se puede sino quererla y admirarla. Los episodios narrados por ella misma en su obra escrita tiene el valor de testimoniar una época desde la perspectiva de la mujer.
Benita Galeana Lacunza, nació en San Jerónimo, Guerrero, el 10 de septiembre de 1903. Fue hija de un hombre rico venido a menos: Genaro Lacunza, sobrina de Rodolfo Neri, gobernador de Guerrero y tataranieta del general Hermenegido Galeana; aunque en esto último hay quienes lo ponen en duda al asegurar que el general no tuvo descendencia.
Benita Galeana se edificó a sí misma en un contexto difícil: orfandad, anafabetismo, pobreza. Tuvo que enfrentar pérdidas, el dolor y superar las barreras de una sociedad patriarcal, machista, de principios de siglo.
Oriunda de San Jerónimo en la Costa Grande, se vio en la necesidad de emigrar de Guerrero para lograr su emancipación, y si bien es cierto que su belleza le permitió ejercer el derecho de elegir, romper ataduras no le fue fácil.
En su azarosa vida, asumió un activismo comprometido con la lucha política de la izquierda mexicana, lo que le ocasionó afrontar la persecución política, y ser encarcelada decenas de veces, 58 para ser precisos, donde tenaz como lo fue, llevó su activismo a las prisiones.
Benita Galeana se integró al Partido Comunista y convivió al lado de personajes como León Trotsky, David Alfaro Siqueiros, José Revueltas, Valentín Campa, con quienes compartió situaciones en ocasiones extremas.
Más tarde, con ayuda de su tío ex gobernador de Guerrero logró hacerse de una plaza en el Seguro Social en el sistema de guarderías, ingreso con el que sobrevivió hasta el final de sus días.
Una mujer que vivió en congruencia con sus valores y no pretendió sacar provecho de su imagen, como da cuenta de ello el episodio en el que no aceptó la pensión que le ofreció el ex gobernador José Francisco Ruiz Massieu.
“Benita Galeana mujer indómita, imagen y símbolo” es una contribución de gran valor para visibilizar en su justa dimensión la vida de Benita, “una mujer maravillosa, profundamente humana”, escribe sobre ella la académica y activista Rosa Icela Ojeda en el libro “Mujer Indómita, imagen y símbolo,” Benita Galeana” publicado por Qadrivium Editores.
Me llama la atención el término de “indómita” que se le adjudica a Benita Galeana en esta obra, el cual me parece desafortunado, con un resabio patriarcal al compararla con un animal (se doman las yeguas), en todo caso se le debió caracterizar como “rebelde”.
Benita Galeana fue una mujer que aunque no se asumió como feminista, pero lo fue; aunque no ocupó cargos relevantes en la política, impulsó cambios; fue una precursora en la lucha de los derechos de los trabajadores. Pero sobre todo, fue ella misma.