Guerrero

Reportan la desaparición de tres jóvenes en Costa Grande de Guerrero

Se trata de Joselín Rivera Albarrán, de 18 años, originaria de Tecpan; Gustavo Adolfo Urieta Gómez, de 20 años, de La Unión; y, Óscar Ramírez Cruz, de 29, de Coyuca de Benítez

Texto: Rangel Ventura

Chilpancingo desaparición los Bravo, Gro., 03 de junio de 2025.- Guerrero vuelve a ser escenario de una tragedia silenciosa. En menos de cuatro meses, tres jóvenes han sido reportados como desaparecidos en distintos municipios de la región Costa Grande, y pese a la activación de protocolos por parte de la Fiscalía General del Estado, lo que predomina entre la población es la incertidumbre, la desesperación y la desconfianza.

El caso más reciente es el de Gustavo Adolfo Urieta Gómez, de tan solo 20 años de edad, quien fue visto por última vez el pasado 2 de junio en el municipio de La Unión. Su familia exige respuestas, pero hasta ahora las autoridades apenas han comenzado con la elaboración de una ficha de búsqueda. A pesar del paso de las horas, no hay avances visibles ni declaraciones oficiales que den tranquilidad a sus seres queridos.

Otro caso que sigue sin resolverse es el de Óscar Ramírez Cruz, un joven de 29 años de edad desaparecido desde el 30 de mayo en Coyuca de Benítez. La Fiscalía ha emitido una ficha de localización, pero sin mayores indicios ni líneas claras de investigación. La comunidad, harta de la ineficacia institucional, empieza a movilizarse por su cuenta, organizando brigadas ciudadanas para buscar a Óscar, exponiéndose incluso al riesgo en zonas controladas por el crimen organizado.

Peor aún es el caso de Joselín Rivera Albarrán, una joven de apenas 18 años originaria de Tecpan de Galeana, vista por última vez el 24 de febrero de 2024 en Michoacán. Su desaparición motivó la activación del Protocolo Alba, pero al día de hoy su paradero sigue siendo un misterio. La falta de coordinación entre autoridades de Guerrero y Michoacán ha ralentizado cualquier posibilidad de hallarla con vida.

La Fiscalía repite sus fórmulas: ficha de búsqueda, activación de protocolos y escasa difusión en medios oficiales. Sin embargo, estos actos se han vuelto rutinarios y poco efectivos. ¿De qué sirve un protocolo si no se acompaña de acciones reales? ¿Dónde están los operativos, la búsqueda en campo, el trabajo de inteligencia?

Estas desapariciones no solo representan tragedias familiares, sino una muestra clara del desmoronamiento del estado de derecho en Guerrero. Mientras los casos se acumulan y las estadísticas crecen, las autoridades parecen resignadas a administrar el dolor, no a combatirlo.

En Guerrero, hoy ser joven y desaparecer se ha vuelto algo tan frecuente que ya ni escandaliza. La ausencia de justicia es ya una forma de violencia. Y lo más grave: parece que nadie, en el poder, está dispuesto a enfrentarla.

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