Caso para la reflexión política la separación de Eloy Salmerón del PAN
Como dirigente, inscribió a su esposa y a él como candidatos a diputados plurinominales, y además se colocó como candidato a diputado federal del distrito 07
Texto: Jorge Balvanera
Chilpancingo de los Bravo, Gro., 14 de mayo de 2024.- El caso de Eloy Salmerón Díaz, quien fue separado del cargo de dirigente estatal del Partido Acción Nacional por órdenes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación debería hacernos reflexionar sobre el tipo de políticos que tenemos en Guerrero.
Evidentemente no podemos estar orgullosos de personajes como él y como otros que lamentablemente ocupan cargos relevantes ya sea de representación popular, de dirigencia partidista o como funcionarios en cualquiera de los órdenes de gobierno.
Abusar de esas posiciones para sacar provecho personal es deleznable. En el caso de Eloy, no solamente usufructuaba la dirigencia del PAN, sino valiéndose de ella se puso como candidato uninominal por un Distrito electoral federal, y también como candidato plurinominal.
Pero además, colocó a su esposa como candidata a diputada local plurinominal en el número uno de la lista del PAN, lo mismo que a otros colaboradores también los benefició en lugares privilegiados de las listas, según lo han evidenciado medios periodísticos.
Por si fuera poco, también maniobró para registrar a la esposa de su tesorero del partido en el primer lugar de la lista de regidores en Acapulco, y a la
cónyuge de su secretario técnico como regidora en Chilpancingo.
Con estos antecedentes, ¿con qué calidad moral debate Eloy Salmerón? Sobre todo en redes sociales como Facebook o en el WhatsApp, en donde es un asiduo comentarista.
La hipocresía es una palabra que le queda pequeña a su conducta. Eloy apenas y hace honor al concepto de política que tiene el destacado venezolano Diosdado Cabello, quien asegura que «la política es el arte de la simulación y el engaño».
Volviendo a la sanción del Tribunal Electoral contra el ahora ex dirigente panista, no está demás recordar el viejo y conocido refrán: «Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar».